Muchas tardes de aquella infancia se repetían alternados dilemas....
Mis ojos miraban asombrados y horrorizados. No sabía que era peor aquellos cuadernos de Rubio
O enfrentarme a una vainica doble de la cual siempre me saltaba algún hilo.
Así que lo mejor sería rodear el camino a casa, perderme por algún que otro recodo y retardar un poco lo que no tenía vuelta de hoja
Tarde o temprano habría que enfrentarse a las odiosas multiplicaciones y divisiones con decimales. ¿A quien no le ha pasado?
Este camino era mi tortura, llegar a casa y abrir la libreta era ya ponerme a llorar ¡¡¡¡os sigo odiando puñeteras cuentas!