Situada en el concejo de Grandas de Salime a Casía es un recuerdo nostálgico de mi casa materna, estuvo enclavada ya que hoy solo unos paredones recuerdan con exactitud de su existencia, mirando al embalse de Salime entre Paradela y Penadrada, un poco más debajo de Robledo.
Casa de piedra y pizarra respondía a los criterios de arquitectura de la zona, aunque mayores a lo habitual; tenía dos entradas, una por un portón grande en el camino a Robledo que daba a un cabanón, fresco en verano, desde allí según entrabas, a la derecha estaba la panera y a la izquierda la entrada a la casa, se accedía a ella por una puerta de dos hojas, donde te esperaba el “zaguán” ancho pasillo, a la izquierda estaba la lareira, se llama así a la cocina, con fuego en el suelo, en ella se realizaban la mayoría de los trabajos domésticos.
En uno de sus lados el más cercano a la puerta, estaba el banco con una mesa abatible que se bajaba para comer, alrededor del gran pote de 3 patas, se podía ver, la tixela (sartén) , “garfelos” y enseres necesarios para cocinar, al lado derecho de la lareira estaba el forno, la masera y el trobo para lavar.
Volviendo a salir al zaguan de frente entrábamos en la sala, donde la presidía una gran mesa con dos bancos, dos ventanas daban luz a la estancia, y en la pared de la entrada un pequeño armario empotrado para las botellas. Esta estancia solo se usaba en dias de fiesta o cuando se juntaba mucha familia .
A la derecha de la sala estaba el “Cuartín”, llamado así por sus pequeñas dimensiones con ventana al cabanón donde una higuera nos deleitaba con sus aromas; el mobiliario consistía en una pequeña cama y un armario de dos hojas.
Siguiendo por la sala a la izquierda se llegaba a otro cuarto pequeño donde una cristalera llenaba de luz la habitación, y las vistas al embalse eran preciosas.
Mas adelante estaba el cuarto grande con dos camas de “relleira” o tablas con jergones rellenos de hojas de maíz, donde los días de verano de mi niñez dormíamos la siesta. A un lado estaba un baúl grande donde la abuela Herminia guardaba los enseres mas valiosos y queridos.
Una puerta pequeña daba salida a la huerta, aunque también se usaba de entrada a la casa cuando venías del camino de la carretera del embalse al lado de la casa de Mojardin.
En la parte baja de la casa y del cuarto grande estaba la bodega, ganada a la roca, en ella había un lagar, y me parece recordar dos cubas, más allá de la bodega las cuadras y gallinero.
Rodeaba a la casa árboles frutales, un olivo, viñedos y una sufriera.
Por la parte de arribas de la casa, camino de Robledo, una pequeña capilla, de mampostería sencilla, tejado de pizarra con una hornacina en el interior de madera, donde se veneraba a la virgen del Carmen, San Benito, y San Antonio.
Estos son a grandes rasgos la descripción de una casa con mucha historia y muchos años para que no quede en el olvido y si mi familia ve algún fallo agradecerle que honre su memoria y cuenta más de su historia.