Mi hijo me metió en esto, dice que si me falla la memoria aquí queda reflejado, y como ya lo mio son historias de abuelitas
viernes, 20 de agosto de 2010
El Maíz en Asturias y en nuestra Historia
Buscando la historia del maiz me he encontrado con este articulo de José Ignacio Gracia Noriega que lo encuentro muy interesante, ya que hace días ví un reportaje de la casa del Marqués de Casariego donde aseguraban que fue él el primero en traer el maiz desde America, parece ser que documentos antigüos pueden atestiguar que no fue así
El Maíz por Jose Ignacio Gracia Noriega
Dos actas notariales de finales del siglo XVI, aportadas por Marino Busto, documentan que en 1598 ya se conocía el cultivo del maíz en el concejo de Carreño. Hasta el momento, se suponía que el primer maíz había sido traído a Asturias, en tres cofres de cedro negro, por Gonzalo Méndez de Cancio, gobernador y capitán general de La Florida entre 1597 y 1603; y que se aclimató por vez primera en las Vegas de Bría, hacia el año 1605. El descubrimiento, hecho en el Archivo Histórico de Asturias, es importante. No demuestra que hayan sido Tamón y Perlora los primeros lugares de Asturias donde se cultivó maíz, pero sí que el maíz se conocía por lo menos un lustro antes de la fecha que habitualmente se daba para su llegada (1603) y que se cultivó en Carreño antes que en Tapia de Casariego. Ahora bien, aunque en 1598 Juan Alonso de la Vallina y su esposa, vecinos de Tamón, legan a sus herederos «una anega de maizo y otra de panizo», y unos meses más tarde, el 16 de diciembre del mismo año, Juan Cuervo, de Perlora, señala «que quedaron sin coxer honze fanegas de maíz y panizo por mediado, digo seis de maíz que cogí en la liosa de la fragua», nada impide suponer que hubiera habido cultivos anteriores y en otros concejos. A fin de cuentas, el maíz ya había sido descrito por Gonzalo Fernández de Oviedo medio siglo antes y en tal descripción se indica que «cogido este pan y puesto en casa, se come de esta manera: en las islas comíanlo en grano tostado, o estando tierno casi en leche; y después que los cristianos allí poblaron, dase a los caballos y bestias de que se sirven, y esles muy grande mantenimiento, pero en tierra firme tienen otro uso de este pan los indios, y es de esta manera: las indias especialmente lo muelen con una piedra algo concavada, con otra redonda que en las manos traen, a fuerza de brazos, como suelen los pintores moler los colores, y echado de poco en poco agua, la cual así moliendo se mezcla con el maíz y sale de allí una manera de pasta como masa y toman un poco de aquello y envuélvenlo en una hoja de yerba, y ásase, y endurécese, y tórnase corno pan blanco, y hace su corteza por desuso, y de dentro de este bollo está la miga, algo más tierna que la corteza...». También Francisco López de Gomara se refiere al maíz en su «Historia general de las Indias» y el padre José de Acosta, que publicó sus observaciones sobre México y Perú en 1590. Muy poco antes de la constatación notarial del maíz en Carreño, en 1596, Pedro de Oña publica el poema épico de asunto americano «Arauco domado», donde se lee:
Quítase el grano a la espiga
para que el maíz aumente.
O sea, que el maíz no era en modo alguno un desconocido en la España del siglo XVI. En Asturias fue sobre manera bienvenido pues sustituía al trigo, que aquí no se daba. La penuria alimentaria de los asturianos de aquella época era grande, a pesar de la hiperbólica exaltación de su abundancia hecha por el padre Carvallo, el cual escribe, en la enumeración de los cultivos de Asturias, que «en nuestros tiempos se ha comenzado la agricultura del maíz, que es el pan ordinario y común de las Indias, y lo produce esta tierra con grandísima pujanza». Habida cuenta quelas «Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias» se escribe hacia 1613 (aunque no se publica hasta finales del siglo por problemas jesuíticos internos), debe reconocerse que la difusión del maíz fue muy rápida. Gracias al maíz se combate de forma satisfactoria al fantasma del hambre a finales del siglo XVI o comienzos del XVII, del mismo modo que con la invención del pote, en el siglo XVIII, se asegura una alimentación suficiente, sobre todo en zonas rurales. Año arriba o año abajo, el maíz entró con buen pie en Asturias para cubrir necesidades apremiantes. Como afirma, con toda razón, Marino Busto: «La llegada del maíz a Asturias significó una auténtica revolución alimentaria, social y económica». Se cumplen, pues, los cuatrocientos años de algo que también llegó de afuera y que, en tanto no se demuestre lo contrario, fue más trascendental, benéfico, necesario, y quién sabe si perdurable, que «Europa, la cobertura del euro», el «federalismo» y todos esos misterios envueltos en papel de regalo que se avecinan.
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