martes, 15 de noviembre de 2011

Las Papas o fariñas


Aunque no lo creáis a mi me encantan, las solía tomar de pequeña y aunque muchas veces me empapizaba con ellas nunca le hice ascos, mi hermano sí decía que estaban revueltas con un palo y le daba asco. Hoy no sé por que me acordé de ellas así que os dejo una receta de este plato que quitó tanta hambre aquí en Asturias
Se pone litro y medio de agua en un pote, cuando esté templada se añade la harina, 10-12 cucharadas y cucharada pequeña de sal o algo menos. Al principio se debe trabajar muy bien para que no salgan grumos y después lentamente para ir cociéndolas despacio y durante mucho tiempo, casi una hora. Las fariñas tienen que cocerse bien para que logren su punto.
Ya cocidas se pasan para platos, se dejan reposar unos momentos y se toman templadas o frías acompañadas de leche. Tradicionalmente se comen tomándose cucharadas de ellas y remojándolas a continuación en el tazón de la leche, donde se empapan. Otro sistema consiste en poner las fariñas en platos soperos, sin llegar al borde para poder echar leche al plato y aclarar dichas fariñas al gusto de cada uno. También se pueden tomar con azúcar y mantequilla todo mezclado. O se hacía un agujero en el medio donde se ponía manteca.

martes, 8 de noviembre de 2011

Fina también está los recuerdos de mi niñez


Hoy he leído una carta en un diario que me ha entristecido, se fue Fina, hace muchos años que no sabía de ella. Siempre quedará en mi memoria la primera vez que pisé su tienda de ultramarinos, recien llegada de una aldea el asombro ante tanto articulo hizo que mis ojos se abrieran como platos, tampoco olvidaré que allí tuve mis primeros premios ¡un reloj con las pastillas de caldo Estarlux y un atlas con el detergente. Como esta temporada parece que las pocas neuronas que me quedaban se fueron de vacaciones, os dejo la carta que me ha tocado la fibra sensible,


FINA PEQUEÑA GRAN MUJER
7 de Noviembre del 2011 - Fermín Gil Alonso (Benidorm (Alicante))

Murió Fina (Delfina Vallina Piquero, 26-9-11). Todo el barrio de San Pedro –pienso que todo el municipio– de Mieres sabe a quién me refiero. No hace falta decir más. La conocíamos todos, y cuanto más la conocíamos, más la queríamos.

Una mujer extraordinaria. Menudita en lo físico y enorme en lo humano. Una de esas personas que todavía te hacen creer en el ser humano. Todo lo hacía con sencillez –como ella era–. Natural, amable, honrada, solidaria, bondadosa, generosa, tolerante, paciente, prudente... infatigable trabajadora. Como madre, Carminín y Celestino lo podrán decir mejor que yo, era modélica.

Pero a mí me toca hablar de ella como «dueña de una pequeñita tienda» –de las de antes– donde había de todo. Parecía imposible meter tanto en tan poco espacio. Yo, como tantos, iba allí siendo niño a hacer los recados que mi madre –como a mis hermanos/as– me encargaba. Siempre sin dinero, pero, eso sí, con la «libreta» donde Fina –me emociona pronunciar tu nombre– iba apuntando los artículos y el precio de lo que te acababa de servir (eso has hecho siempre, Fina: servir a los demás).

A final de mes sumaba los parciales y te la daba (mi madre siempre repasaba las sumas; pocas veces hubo diferencias –a favor o en contra–, y si las había eran mínimas). La avisábamos siempre, y siempre, sin comprobarlo, aceptaba el resultado de la suma de mi madre. Me decía: Ferminín, si tu madre dice que es ese resultado –mayor o menor que el de ella– seguro que está bien (gracias, Fina, por tu cariño, confianza y por la bolsita de naranjas que nos regalabas cada vez que te pagábamos, después de habernos «fiado» durante meses de atrasos... ¡cuántes fames nos quitaste!).

Tuve la suerte de verte y darte un beso poco antes de tu fallecimiento –te llevaba tu hija en una silla de ruedas–. Fue este verano pasado. Seguías siendo «un canto a la sencillez y humildad». Te sonrojabas y sentías incómoda ante los halagos –muchos menos de los que merecías– que te hacíamos mi familia y yo. No podía ser de otra manera. Eras así. Sencillamente admirable.

Muchos/as te quisimos más de lo que te podrías imaginar –clientes y/o amigos clientes–. Besos, Fina, y perdona que me falte espacio para poder reconocer de verdad lo que tu figura –¡enorme!– supuso para muchos/as (esta sentida carta, prometo, salió de un tirón, sin ninguna corrección posterior. Si encuentra errores gramaticales, perdón;emocionalmente les digo un error:me he quedado muy cortito al describir a esta pequeña «gran mujer»).