martes, 8 de noviembre de 2011

Fina también está los recuerdos de mi niñez


Hoy he leído una carta en un diario que me ha entristecido, se fue Fina, hace muchos años que no sabía de ella. Siempre quedará en mi memoria la primera vez que pisé su tienda de ultramarinos, recien llegada de una aldea el asombro ante tanto articulo hizo que mis ojos se abrieran como platos, tampoco olvidaré que allí tuve mis primeros premios ¡un reloj con las pastillas de caldo Estarlux y un atlas con el detergente. Como esta temporada parece que las pocas neuronas que me quedaban se fueron de vacaciones, os dejo la carta que me ha tocado la fibra sensible,


FINA PEQUEÑA GRAN MUJER
7 de Noviembre del 2011 - Fermín Gil Alonso (Benidorm (Alicante))

Murió Fina (Delfina Vallina Piquero, 26-9-11). Todo el barrio de San Pedro –pienso que todo el municipio– de Mieres sabe a quién me refiero. No hace falta decir más. La conocíamos todos, y cuanto más la conocíamos, más la queríamos.

Una mujer extraordinaria. Menudita en lo físico y enorme en lo humano. Una de esas personas que todavía te hacen creer en el ser humano. Todo lo hacía con sencillez –como ella era–. Natural, amable, honrada, solidaria, bondadosa, generosa, tolerante, paciente, prudente... infatigable trabajadora. Como madre, Carminín y Celestino lo podrán decir mejor que yo, era modélica.

Pero a mí me toca hablar de ella como «dueña de una pequeñita tienda» –de las de antes– donde había de todo. Parecía imposible meter tanto en tan poco espacio. Yo, como tantos, iba allí siendo niño a hacer los recados que mi madre –como a mis hermanos/as– me encargaba. Siempre sin dinero, pero, eso sí, con la «libreta» donde Fina –me emociona pronunciar tu nombre– iba apuntando los artículos y el precio de lo que te acababa de servir (eso has hecho siempre, Fina: servir a los demás).

A final de mes sumaba los parciales y te la daba (mi madre siempre repasaba las sumas; pocas veces hubo diferencias –a favor o en contra–, y si las había eran mínimas). La avisábamos siempre, y siempre, sin comprobarlo, aceptaba el resultado de la suma de mi madre. Me decía: Ferminín, si tu madre dice que es ese resultado –mayor o menor que el de ella– seguro que está bien (gracias, Fina, por tu cariño, confianza y por la bolsita de naranjas que nos regalabas cada vez que te pagábamos, después de habernos «fiado» durante meses de atrasos... ¡cuántes fames nos quitaste!).

Tuve la suerte de verte y darte un beso poco antes de tu fallecimiento –te llevaba tu hija en una silla de ruedas–. Fue este verano pasado. Seguías siendo «un canto a la sencillez y humildad». Te sonrojabas y sentías incómoda ante los halagos –muchos menos de los que merecías– que te hacíamos mi familia y yo. No podía ser de otra manera. Eras así. Sencillamente admirable.

Muchos/as te quisimos más de lo que te podrías imaginar –clientes y/o amigos clientes–. Besos, Fina, y perdona que me falte espacio para poder reconocer de verdad lo que tu figura –¡enorme!– supuso para muchos/as (esta sentida carta, prometo, salió de un tirón, sin ninguna corrección posterior. Si encuentra errores gramaticales, perdón;emocionalmente les digo un error:me he quedado muy cortito al describir a esta pequeña «gran mujer»).

1 comentario:

Davant del Riu dijo...

Que bello es tener "Bellos" recuerdos verdad ?.