domingo, 10 de julio de 2011

¡Y YO EN MADREÑES!


Tuve por suerte y viendo los tiempos que corren una infancia llena de vivencias en un entorno natural: pueblo, bosques, caleyes…. Aunque de alguna aventura no saliera bien parada como bien sabéis quien me seguís en este blog.
Esta vez sí que el encontronazo a la tierna edad de 6 años dejó huella y a mi familia trastocada durante meses que no accedían a mis ruegos de salir más allá de “Casa Trina” y de “Casa Chuso” en las lindes del pueblo. (Después de mi vuelta que esa es otra historia)
Recuerdo que era por el tiempo las castañas, en aquel entonces yo pasé una temporada por motivos familiares en Oviedo con mi querida tía Vidalina.
Un fin de semana en compañía de mi prima volví a ver a mis padres al pueblo, “Rimeses”, añoraba correr por los caminos, estar con mis amigas, adentrarnos por los prados…..
Así que en cuanto llegué a casa, me cambié de ropa y le dije a mi madre que “Iba a castañes”.Calcé les madreñes y me encaminé por encima de casa caleya arriba a unos castaños que conocía bien.
Salté al prao y empecé con la recogida del fruto, debía estar muy ensimismada porque cuando alcé la cabeza tenía a unos metros de mí un animal comiendo tranquilamente. Claro que con la corta edad, no sabía que era, no era un burro, no era una vaca… empecé a gritar corriendo caleya abajo, retorciendo los tobillos y cayendo una y otra vez entre el barro (correr con madreñes a los seis años no creo que sea fácil),muerta de miedo, hasta que entre lagrimas divisé a mi padre que venía en mi ayuda.
Yo seguía gritando llorando, ¡un lobo, un lobo!
Ya en casa, con mi padre dispuesto escopeta en mano salir en su busca, mi madre empezó el interrogatorio, bajo la atenta mirada de algunos vecinos
-que viste, como era
-era como un gochu con pelos en el yombu
Mi padre mas tranquilo, y soltando la escopeta me dijo que no era un lobo que era un jabalí y ya estaría lejos, que estaría más asustado que yo
Lo impresionante de esta historia es que lo recuerde con todo detalle ya que era pequeña, pero la impresión que me dejó fue tan grande que todavía cuando hace unos años pasé por el lugar sentí un escalofrió

La foto es cortesía de JRViejo,desde aquí darle las gracias por revivir mi infancia con sus fotos de este pueblo, mi casa es la parte baja del edificio de la izquierda

8 comentarios:

Raul Rentero dijo...

nuestro objetivo debiera ser que ese tipo de historias no sean "recuerdos de abuela" como dices sino que hoy en día podamos seguir encontrándonos con las criaturas del bosque... por cierto, me ha encantado la historia y me encanta las palabras asturianas... ya te escucho el acento ya... jajaja
saludicos desde el maestrazgomagico.blogspot.com
RAUL

El tejón dijo...

Que razón tenía tu padre, seguro que el jabalí se asustó más.
Saludos.

trimbolera dijo...

Me parece estar viviendo tus aventuras. En nuestro viaje de novios, en Pola de Siero había un mercado y allí me compré unos zuecos de mi número, los guardo con mucho cariño ... madreñes.

Unknown dijo...

Es curioso como aun cuando crecemos nos siguen aterrando los monstruos de la infancia, y como aun pasados los años seguimos recordando las historias de antaño mientras olvidamos lo que hicimos ayer.
Historias de cuando todo era magia y el mundo un universo aun por descubrir, historias que huelen a leña quemada, historias teñidas de sepia, historias que nos marcan y nos hacen tal y como somos, nuestra historia.
Por cierto, bonita historia, y si, si soy piscis.
;)

Marisa dijo...

Yo también pasé mucho tiempo de mi infancia en una aldea y ahora guardo unos recuerdos preciosos. Gracias a esa aldea empecé a querer más a nuestra tierra. Hoy siento que mis nietas ya no puedan vivir esa experiencia… ¡Es una pena!

Xurde Radío dijo...

Qué historia, esos recuerdos de niñez nos acompañan toda la vida.
Un saludo

trimbolera dijo...

¡¡¡¡ Que tengo muchas ganas de seguir leyendo tus historias !!!!

trimbolera dijo...

Pues ahora cuenta la historia del pitu (supogo que será gallo) que me has dejado a medias ...!!