sábado, 2 de julio de 2011

ENCONTRONAZO CON UN MATU ORTIGUES





No se si esta vez echarle la culpa al “gabitu”, ¿Qué no sabéis que es un “gabitu”?, es uno de esos artilugios inventados a saber cuando para uso de la gente campesina. Suele ser de cualquier madera resistente y sirve para alcanzar las ramas inaccesibles de los árboles frutales, y es que la necesidad agudiza el ingenio y dejar los sabrosos frutos a merced de los pájaros (aunque también tengan derecho) era desperdiciar sustento diario. Así que no es otra cosa que un “gancho” para ayudarse a bajar las ramas.
¿Qué por que creo que es el culpable de mi “encontronazo con el matu ortigues?, pasen y lean:
Julio, tiempo de “yerba” y cerezas.
Habíamos ido como muchos años a ayudar a mi abuelo en esta faena veraniega, contaba esta “ingenua” que os escribe unos doce años (no me acuerdo exactamente), no sé por donde empezar, bueno por primera hora de la mañana de aquel aciago día:
Apenas había amanecido y mi padre y abuelo ya estaban en Valdelavaca (nunca volví a ver un prao mas cuesto en mi vida) segando. Mi madre nos llamó a mí y a mi hermano para que desayunáramos ya que teníamos que ir a “esmarayar” (espilir , esparcir.... la yerba), cuando llegamos nos esperaba una ardua tarea, los segadores ya habían alcanzado casi la mitad del prao y a mí que aunque joven ya sabía lo costoso de nuestra encomienda se me cayo el alma al suelo. Así transcurrió el tiempo llegando la hora del almuerzo entre traídas y venidas también del agua y la bota vino cada vez que mi abuelo nos daba una voz
- ¡ Tonin Loli vete a la fuente a por la bota!
- ¿Y por que no vas tú?
- ¡Me cagon…… pa que tan los güajes!
Como era la mayor, me enviaron a casa a por el almuerzo, así que dejé el prao, bajé por el otro llamado “Las Boticarias”, llegué al Sierro y pude ver que las cerezas de dos cerezales al lado del camino estaban llamándome, pensando en este sabroso fruto fui cavilando hasta casa.
Cuando llegué mi madre ya tenía preparada la mula con la cesta, así que no había tiempo que perder, puse no sé que disculpa y me dirigí al hórreo, me acordé que mi padre días antes había echo un gabitu, lo cogí lo puse al un lado de la albarda subí en la mula y camino arriba para el Sierro.
Al llegar al lado de una de las dos cerezales la cual una de las ramas más fuertes estaba por encima del camino, hice parar a la mula y saqué el gabitu, por más que me estiraba todavía no podía alcanzar las ramas de las cuales pendían las cerezas, ya que un día antes ya me había dado un buen festín. Así que ni corta ni perezosa y ruego que ningún niño copie mi idea, intenté ponerme de pie encima de la mula (había ido varias veces al circo, y aquello parecía muy fácil); lograr lo logré pero al estirarme para alcanzar una rama, la mula también se debió dar cuenta de lo suculentas que parecían unas hierbas unos metros mas allá y adelantó unos pasos , dejándome a mí colgada de la rama con los pies en el aire y a unos dos metros y pico del suelo, por mas que intente subirme para poder ir gateando o arrastrándome hasta el tronco, no lo conseguí lo que sí conseguí fue caerme en un mato de ortigas , y gracias que no rompí ningún otro hueso. Así que podéis imaginar como llegué a Valdelavaca con el almuerzo, encima que parecía una paella y no podía aguantar los picores mi padre casi me da de bofetadas, me mandaron para casa y sí que no recuerdo el ungüento que mi abuela tuvo que hacer y extenderme por las piernas y brazos, la que sí cogió un buen disgusto fue mi madre -¡para haberse matao! Decía la pobre entre lágrimas.

9 comentarios:

El tejón dijo...

Que bien contado Loli, lo que me he reido, en mi casa tuvimos un mulo blanco más terco que una mula,jajaja, no andaba ni patrás, pero cuando lo hacía siempre era en los momentos más inoportunos.
Muy buena la entrada.
Un saludo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Qué cosas se nos ocurren de niños solo por un capricho inaguantable! Por lo menos no te pasó nada grave.

Jose Manuel Iglesias Riveiro dijo...

Una historia muy bien contada, me ha recordado alguna que me paso de pequeño parecida, sin ortigas, pero fue peor con avispas.
Un abrazo.

Carmen dijo...

Estoy imaginando la escena y la frase de mi madre: "sarna con gusto no pica".

No hay dos madres iguales; la mía es... muy especial...


Biquiños!!

Jose de Mingo dijo...

Una magnífica historia, que pasado el tiempo seguro que a su autora le resulta hasta divertida, aunque la trastada le resultó muy, pero que muy "picante".
Hay palabras que siempre resulta gratificante leerlas o escucharlas, sobre todo después de mucho tiempo, y una de éllas es gabitu. En mi pueblo, además de utilizarlo para acercar las ramas de los árboles, también se usaba para clavarlo en la cesta cargada de ceba -hierba verde- hasta los topes, para sujetarla y que no se cayese en el trayecto que va del prado hasta la cuadra.

Casía dijo...

Tienes razón "José de Mingo" en casa de mi abuelo ese "gabitu o gavitu" era mas elaborado, la punta era de hierro (la parte que hacía de gancho), por eso mi padre nos hacía uno de "ablanu" para que no nos hiciéramos daño

El rincòn de mi niñez dijo...

Me encantó este post!!...Muy bien relatado.
Y la anécodta por demás interesante.

Merce dijo...

jajaja jo, en vez de ortigas ya podia ser un monton de paja que sería casi igual de blandita pero desde luego mas inofensiva :)

Ay! las cerezas!!! son una tentacion...

Bicos!!!

trimbolera dijo...

Yo tengo un recuerdo parecido. Estábamos de fiesta en el pueblo de mi padre, era de noche cuando bajamos todos por una calle, más bien camino, al baile y yo caí por una pared de unos tres metros ... tengo que dar las gracias a las chordicas, barzas y a los buxos que me hicieron de colchón. Yo no parecía una paella, no, parecía un volcán !!