Mi hijo me metió en esto, dice que si me falla la memoria aquí queda reflejado, y como ya lo mio son historias de abuelitas
domingo, 15 de enero de 2012
¡Con el perro de Lucrecia hemos topao!
Vuelvo a mis historias y vivencias, después de estar una temporada alejada de este mundo virtual. Esta también discurre en el pueblo de Rimeses y seguro que alguno se siente identificado.
Subíamos como muchos días de la escuela las “guajas” del pueblo, mas o menos todas de la misma edad: Loli, Pili Celia, Mari Jose y yo (que me perdonen si me olvido de alguien pero de esto hace la friolera de cuarenta y tantos años). Como de costumbre discutiendo, que si tu tienes la culpa del castigo, que si no fui yo, que si quien tiro el papel que enfureció a la maestra y nos dejó sin recreo; vamos que el guirigay o gallinero o como queráis llamarlo era enorme y despertó las iras de uno de nuestros mayores enemigos “el perro de Lucrecia “que ya nos tenía ojeriza cuando pasábamos junto a la portilla de la casa en el camino a Rimeses y otra manera de entrar al pueblo no había o eso creía yo
A lo que iba, el perro se puso muy nervioso se soltó de la cadena y saltó hacia nosotras
Gritando asustadas en medio de aquel enorme monstruo nos encaramos como y donde pudimos en desbandada, una en el tejado de la caseta del perro, otra en la parte alta de la muria del camino y las dos Lolis subidas a un viejo castañal que todavía hoy no sé como llegamos a trepar. Pero Mari Jose, ¡hay la pobre Mari Jose, creyéndose salvada camino arriba, ya que su casa era la siguiente, intentaba correr, pero la inclinada cuesta y sus kilitos de más s pusieron mas bien en la parte de la bandeja del perro que la agarro por detrás mordiendo donde la espalda pierde su nombre. De nada sirvieron los llamamientos de Lucrecia antes de llegar a él, el pandero al aire era la evidencia
Nuestros padres alertados de los gritos lloros y ladridos del perro salieron a nuestro encuentro, y en el cruce de caminos nos encontramos, nosotras como si hubiéramos salido de una batalla campal, con rodillas destrozadas, algún vestido descosido de trepar.. y ellos una cara de susto que era de película.
Así que los ánimos se encendieron
¿Otra vez el perro? Uno de los padres volvió a casa y escopeta en mano a toda costa quería acabar con él, -un día nos va a costar un disgusto- decía.
Bueno no preocuparos por el perro que entre Santos y mi padre lograron apaciguarle, fueron a hablar por enésima vez con Lucrecia y acabo atado en la otra parte de la linde de la casa lejos del camino, preocuparos por el pompis de Mari Jose que la pobre tuvo que bajar a Mieres la medico y sentarse en un flotador durante muchos días, pero no hay mal que por bien no venga, en los años sesenta y siendo hijos de mineros pocos niños podíamos tener la suerte de adquirir ese preciado juguete veraniego, pero de los juguetes de Mari Jose hablaré otro día, esa es otra historia.
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2 comentarios:
¡¡Quien os pudiese filmar ese día siendo escorridas por el perro!! seguro que daba para pasar un buen rato con un montón de sonrisas.
Los perros, fieles compañeros de su amo pero fieros y peligrosos con los extraños. En aquellos años los perros adaban más libres que los pájaros y el miedo que pasábamos !!
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